Era jueves. El sol brillaba, la brisa perseguía, pero nada estaba bien.
Todo iba en caída, las lágrimas llenaban el día y los corazones rotos aparecían.
La distancia aumentaba y sin saber nada, pensaba y pensaba, no entendiendo nada.
Te acercaste por primera vez en el día, y mientras me hablabas, mi alma se desarmaba, pedazo por pedazo como si el enemigo ganara.
Terminaste. Mientras te rogaba para que te quedaras, que me dejaras ayudar, las ganas de tomar tu mano me hacían querer gritar.
Tus lágrimas convencidas de que no te podía ayudar, salían. Tu mirada llena de amor, sobresalía. Y tú terquedad de no dejarme estar a tu lado, entristecía.
Te dije que te amaba, lo repetí una y otra vez: “Te amo”. Y tu me respondías: “Te amo, te amé, siempre te amaré”.
Te levantaste. Después de una hora hablando, me abrazaste. Una despedida. Sentí que mi mundo se caía, porque tu eres mi mundo.
Volveremos a estar. Tu sanarás y te esperaré. Aún si mi memoria se acaba, esperaré.
Te amo. Y siempre lo haré.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión