Dicen que para crear un nuevo hábito —o para romper uno viejo— se necesitan al menos 21 días.
Veintiún días para que el cerebro se adapte a una nueva realidad.
Mi nueva realidad era sin vos.
Ni mi cabeza ni mi corazón lo aceptaban.
A la noche tenia frio sin sentirte al lado.
A la mañana por inercia hacia café para dos.
Seguía esperando tus mensajes y extrañando tu voz.
El tiempo pasaba, pero respirar seguía siendo igual de difícil.
Me pregunto: ¿se puede renunciar voluntariamente a los sentimientos y olvidar a alguien en 21 días? No lo creo…
¿Cómo se tiran toneladas de recuerdos? ¿Cómo se borran conexiones neuronales tan arraigadas?
Hace falta un reseteo completo de la memoria interna.
En un impulso de desesperación, decidí hacer un experimento.
En vez del típico “muro de los deseos”, donde se anotan cosas felices -Tacharé los días sin vos en el calendario. Con marcador negro y bien grueso. Cada cuadrito: un paso más lejos de esta adicción, de este reflejo condicionado: extrañarte.
21 días sin vos.
21 para aceptar que lo nuestro se terminó.
21 para dejar de amar.
Día uno
Como siempre, no puedo dormir.
Reviso el celular cien veces.
Siento un dolor físico al darme cuenta de que ya no estás.
Solo necesito abrazarte.
Cierro los ojos. Respiro.
Las lágrimas caen a chorros finitos sobre la almohada.
Dicen que del amor no se muere.
Pero ahora, sinceramente, dan ganas.
Día cinco
Qué fácil te fue soltarme.
Me esfuerzo por recordar que fuiste un HDP docente.
Casi que lo logro.
“¡Que te vayas a la mierda!” —me gritabas, y tus palabras pegaban como piedras en mi espalda.
El amor es una droga,
y yo estoy con síndrome de abstinencia.
Día siete
Noche. Bar. Música.
El depredador siempre huele la herida.
Estoy rodeada de hombres. Se activa el instinto.
Tomo. Me río.
Sé fingir que soy feliz.
Día nueve.
Gente, autos. La ciudad explota.
Releo nuestros últimos mensajes.
Nunca supimos escucharnos.
Te borré de todas mis redes.
Día quince
Las abstinencias empeoran.
Abro tu WhatsApp cada hora.
Necesito verte online.
Escribo. Borro. Escribo otra vez. Vuelvo a borrar.
Me invento que, de alguna forma, también sentís que estoy ahí, con vos.
Dicen que del amor no se muere.
No estoy tan segura.
El amor es cruel, inflexible.
Si no supiste verlo, si no supiste sostenerlo — no perdona. No tiene piedad.
Te deja seca, quebrada, sin aire, sin fe.
Día dieciocho
Me animé. Borré nuestras fotos.
Es como borrar la memoria con una goma de borrar.
Ya no hay “nosotros”.
Día veintiuno
Dicen que todo tiene un sentido: lo que pasa y lo que no pasa.
Que cuando se cierra una puerta, tal vez se abre una ventana.
Entra aire fresco del otoño. Lo aspiro con codicia de un paciente convaleciente.
Por primera vez, no te imagino al lado mío y me duermo abrazando la almohada.
Nady Voler
@frecuenciasurbanas
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