Mi amante,
me consuela.
El ardor de mi piel
lo refleja.
Si me besa,
no me suelta.
Ha de acompañarme,
vestirme y devanarme.
Volutas color carmín
sobre mis ojos, mis labios y nariz.
El anhelo de irse
de vivir tras la rosaleda.
Ataviame, que he de quedarme.
Pieza por pieza.
Obligada a conformarse
al danzar de la tormenta.
La mujer rota en mi
encuentra placer en la tortura.
En la arena que golpea,
que pule y bordea.
Niña tonta,
el corazón te valsea
por un galán acomplejado,
una estrella caprichosa,
una dea frívola.
Simple amateur de pulso.
Exprime
cada una
de tus nostalgias.
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