Tener diecisiete años es querer que el tiempo se pare en seco para mirar las estrellas y aspirar el aire de al rededor, es el momento en el que la vida deja de ir en cámara lenta para comenzar a asfixiarte con su rapidez, si te detienes por un segundo podrías perderte. Tener esta edad es el cambio mismo porque debes dejar de aferrarte a la idea de ser un niño eterno y darle paso a ser mayor, a sentarte en la mesa de los grandes y dejar de beber vino espumoso, tener que dejar de reírte de palabras normales como “pedo” porque para los adultos ya no es gracioso, eres experto en ser un niño pero ahora todo cambia y te quedas varado a la mitad de lo desconocido porque ahora debes hablar de política y ponerte al día con las noticias, y entonces la música clásica comienza a tener sentido, y cuando miras a los políticos en televisión ya no te divierten sus bigotes extremadamente arreglados o sus coletas altas y apretadas, ahora sientes preocupaciones por los disparates que oyes salir de sus bocas.
Eso de tener diecisiete años es estar lleno de incertidumbre por el futuro y nostalgia por el pasado, es tener miedos y esperanzas, es una completa dualidad en todo el sentido, no importa cuantas vueltas le des terminas en el mismo punto, porque en este momento debes ir rápido siguiéndole el paso al marcador, te quedas sin esos días en los que te tumbabas en el pasto a encontrarle forma a las nubes hasta que estas se convirtieran en estrellas, se te va el gusto por brincar en los charcos de agua o pasar el rato pintando un libro de colorear.
Las tardes en la escuela ya no son más divertidas porque dejas de tener recreos y jugar a las atrapadas o escondidas, comienzas a ocupar tu mente en estudios, cosas serias, cosas de adultos.
Todo lo que comienzas a hacer se convierte en lo que un adulto debe hacer, y cuando te detienes solo un segundo a mirar tu alrededor te das cuenta que el adulto ahora eres tú, pero aún cuando cierras los ojos y sientes el aire acariciar tu piel puedes recordar los colores, el sabor del helado, las tardes de lluvia tomando chocolate caliente, los abrazos de tú madre, los recreos con tus amigos y ese brillo de aquellas cosas intangibles, además por las noches aún buscas una linterna porque temes que debajo de tu cama haya un monstruo que finges es costumbre, también buscas refugio en tus peluches porque aún no eres lo suficientemente grande para dejar ir todo esto, nadie te ha enseñado aún el secreto de ser adulto.
Acaso esto es tener diecisiete años, porque ahora como personas adultas, ¿que fue tener diecisiete años?.
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