Las moscas incendian mi casa,
Llevan y traen la mugre.
Se aglomeran sobre los restos de comida, sobre la yerba fermentando en los mates,
revolotean sobre el cuerpo flaco y tieso de mi gata de 16 años.
Cavar el pozo fue lo más dificil. La profundidad de 1 metro. Sobre el cadáver una capa de cal, arriba tierra negra, humeda y abonada.
El calor multiplica las moscas y sus zumbidos. Y resulta que mis ventanas nunca tuvieron mosquiteros, pero tengo la intuición de que si estuvieran, no bastarían para doblegar el carácter resiliente de estos insectos tontos y molestos.
16 años.
Cuántas veces transitamos el día de nuestra muerte
Sin pensar que allí donde nacemos,
También morimos.
Llegará entonces, momento alguno
En qué nadie tendrá nada que recordar de nosotros.
Hasta entonces, nada tiene sentido alguno de ser recordado.

Candela
¿Quién soy yo? En este mundo donde siempre termino escribiendo lo mismo. Dónde el texto necesita de mi Y yo de él.
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