15/3/2021
A veces necesitas tiempo para reflexionar. Un día en el que no haces absolutamente nada más que pensar. Quizás colocar tu música favorita, o en mi caso mi música triste favorita.
A veces siento que estoy en una película, como si este proceso de depresión a veces fuera parte de algo más extenso que aún no conozco en su totalidad.
Últimamente me ha costado mucho mirar hacia un punto positivo. Me la paso escribiendo estas frases positivas cada día y a veces me pregunto “¿Qué sentido tiene si tú no lo pones en práctica?”, otra veces me llegar cuestionar si está todo en orden en mi cabeza. Y es que a veces siento que tengo algún tipo de trastorno psico-depresivo leve.
O quizás bipolaridad? Pasa que a veces tengo ápices de alegría, y otros tantos un poco más profundos. Como si me encontrara en un iceberg que da vueltas 360° y se sumerge cada tanto en lo profundo del mar
Se siente como añoranza, como nostalgia, como tristeza. Son tantos los sentimientos que no quiero enumerarlos o identificarlos porque siento que me volveré loca, me autodestruyo
Siento que, en esos momentos, busco y busco más razones para continuar sintiéndome así. Porque, inconscientemente, amo sentirme así. A veces, no todo el tiempo. A veces, cuando estoy en la luz, recuerdo la oscuridad y me alegro de no estar ahí. Pero cuando llega, llega. Y lo sabes. No hay manera de evitarlo, solo sabes que te encuentras ahí, la punta del iceberg se ha sumergido nuevamente y tú, solo quieres tocar el fondo del mar. Quieres descubrir el fondo del mar por más que te estás ahogando. Y continuas fascinandote con cada coral, pez o fauna marina que vas encontrando en tu camino al fondo. Te ahogas, pero te fascinas. Y la fauna, tus recuerdos, te inundan de un sentimiento similar al ahogo, algo en tu garganta está atascado y se siente como un nudo. Y tu quieres soltar ese nudo e inundar tu alma de lágrimas, para sentirte aún más en esa realidad alterna, sentirte en un mar donde nadas alrededor de memorias, pensamientos y realidades de tu vida actual que te causan dolor o nostalgia. ¿Y cómo dejar de ser rehén cuando te ha atacado el síndrome de estocolmo? Cuando, en vez de escapar del bosque, simplemente quieres quedarte ahí, en el medio del claro con los árboles tapando tu vista al cielo y aprecias todos los detalles hermosos que tiene aquel bosque en el que te mantienen cautiva.
¿Cómo salir del bosque cuando me he enamorado del bosque?
¿Cómo hacerle ver al bosque que me tiene cautiva, porque me ha enamorado, pero me hiere?
Porque he visto al bosque en su totalidad, y me enamoré incluso de lo que me hace doler, de lo que me hace daño. O quizás soy yo la que escoge que me haga daño.
Cuando esos recuerdos son solo ficción, son memorias de escenarios que habías creado. Porque creíste que veías la fauna del mar y del bosque, pero simplemente estabas alucinando por la presión que cada vez más te hacía perder el conocimiento.
Cuando despiertas en uno de esos ápices de alegría, eres feliz, y solo eres tú y el mar, tú y el bosque y lo hermoso. Hasta que llega la noche y dices ¿por qué no puede ser de día siempre?, ¿por qué éste bosque no tiene agua, o cualquier cosa que quisiera que el bosque tuviera? O quizás solo quisieras que el bosque te viera de la misma manera en que tú lo ves a él. O quizás te ve así y tú eres la que imagina que no es así. Porque algo muy en el fondo de tu cabeza y de tu corazón, te dice que el bosque está dejando de quererte y que pronto se va a marchar. O, tu mayor miedo, que el bosque se quede, que nunca se vaya, pero que ya no te ame.
Y luego te lees y te das miedo… y vuelves a cuestionar si está todo bien en tu cabeza. Porque probablemente mañana esté alegre, pero otro día volveré aquí. Y es tan cierto como que me llamo...
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión