a veces, en el claustro de mis noches me descubro trazando con el dedo el contorno de tu rostro en el aire; con mis yemas le doy la forma de tu frente, con el pulgar como mi hambre, con el índice bosquejo mi culpa, con el dedo busco nombrar dónde están mis estigmas / en tu nombre, en tu silencio, en tu ausencia/
nombrándote frente a Cristo enfrente mío que por favor me haga olvidarme de ti, vomitando la ausencia de ti, tu aliento que se aprisiona en mi tráquea como las manos que alguna vez quisieron llevarme con ellas.
tengo el alma inundada de tu insensibilidad, ojalá tú estés pensando en mí, así cómo yo pienso en ti. Ojalá nunca quieras olvidarme.
te quiero, como sólo un hombre lleno de remordimientos puede quererte. te quiero como alguien qué sigue creyendo que la ternura es la única cura de sus males.
significas absolutamente toda mi hambre,
con abatimiento y perpetua adoración.
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