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    Olfato Cap. 1 al 17 (actualización)

    Oct 5, 2023

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    Olfato  Cap. 1 al 17 (actualización)
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    Capítulo 1

    Las situaciones que se mencionan a continuación pertenecen a un compilado de hojas, cuadernos y libretillas desordenadas, sin orden aparente, relacionado con el incidente del 24 de enero. No obstante, muchos de los datos recopilados no pueden verificarse, ya que se desconocen su autoría, por ende, esto puede llevar a errores, discontinuidades y formulaciones erróneas sobre los sucesos que continúan hasta el día de hoy. No obstante, persevero en que esta información pueda serle de ayuda a las nuevas generaciones en proceso de lecto-escritura de propulsión atmosférica.

    Me gustaría que esto fuese suficiente para disminuir el desconcierto de mis congéneres, pero le debo, como lo ha sido y será Elizabeth Cabañez para mí, una forma de agradecimiento a su alma.

    Capítulo 2

    Los primeros antecedentes se corresponden al estallido en llanto de un chihuahua a eso de las 20:00 horas. El animal en cuestión había reaccionado de forma histérica ante la presencia de otro, mucho más grande de el, que lo interceptó embarrado hasta el pecho. La veterinaria que atendió el caso agregó en la ficha, que posiblemente, su presencia en contraste con la entrada de la noche supuso una figura ominosa y horrible para el animal, haciéndolo reaccionar de esa manera. No obstante, etólogos relacionados constataron el fracaso para retomar salidas del can, estando en confinamiento desde entonces.

    No obstante, el animal descrito como albino, con heterocromía y un corte transversal en la oreja izquierda no volvió a ser visto.

    Capítulo 3

    Tres días después cerca de la misma hora, oficiales de la brigada animal detectaron cinco casos de gripe aviar en zorros, contagiados por restos de cóndores esparcidos por la zona. Según datos extraoficiales, los cuerpos se habían estrellado a gran velocidad, y no solo como efecto de un debilitamiento, indicando de algún modo, que lo habían hecho a propósito. Este acontecimiento, aunque registrado, tampoco volvió a repetirse y los zorros enfermos sanaron más rápido de la habitual, volviendo a la zona silvestre en menos de quince días.

    En paralelo fueron encontrados en estado cadavérico, restos que, en un inicio, se indicaron correspondientes a personas en situación de calle, pero ante nuevas indagaciones, lograron identificarlos como personas desaparecidas entre los años 91, 05 y 10. De los cuales una camada de recién de nacidos se estaba alimentando luego de destetarse.

    Capítulo 4

    Cantidades extraordinarias de azafrán ahogaron a una mujer de avanzada edad al oeste, Sus vecinos llamaron a las autoridades luego de perderla de vista por más de una semana, Sin embargo, su deceso según pesquisas correspondería a una data de muerte de 2 meses, sin intervención de terceros. Su gato de catorce años le acompañaba en ese momento, en el posa brazo donde solían ver televisión. Sus hijos no pudieron evitar que asistiera al funeral y marcara su pata en la tierra húmeda.

    Su huella sigue ahí, petrificada.

    Capítulo 5

    Me distraje por el sonido del viento, y unos pasos que se asomaban por la puerta; y dejé pasar, sin notarlo, los errores del último registro entre comas en vez de puntos. Insistí en recorrer el texto luego de enviarlo a Balé, como si eso detuviera su mirada quisquillosa. Junté las gruesas cortinas para evitar la brisa que entumía los huesos del otro lado del vidrio. Ignorando las peticiones del otro morador, le cerré la puerta; no soporto las interrupciones, porque se parecen al deslumbrar de esos ojos. Regresé al escritorio sin ganas de escribir, encendí la radio, estática, hasta que una voz se introdujo en el ruido.

    Capítulo 6

    ¡El agua inundará los pisos!, ¡repito, el agua inundará los pisos!, insistía el locutor chapoteando en su estudio. Mi piso estaba seco, crujía y se contentaba con el calor de la estufa. Preparé café y un plato con agua tibia con medicamentos para el asma. El otro morador debería de beberlo pronto. Era tanto papeleo, y yo aún en pijama. Si terminó hoy sería un milagro, aunque no insisto en su eficacia, me parece una creencia plausible antes las circunstancias. No me importaría nadar, incluso se llegara a empaparme por completo, continuaría bajo el sol.

    Capítulo 7

    Las noticias sobre inundaciones comenzaron seis meses después del primer antecedente. Lluvias torrenciales en áreas desérticas y sequía en las amazonas envolvió de extrañeza todos los amaneceres posteriores; más intensos, más rojizos, comenzaban con roció y se llevaban casas enteras a medio día. Dentro de ese mismo período varias manadas de perros acompañados de gatos y gallinas se trasladaron por si solos a los montes, refugiándose junto a zorros y caballos salvajes. Muchos de ellos llevaban collares, abandonando sus hogares, fueron vistos por última vez entre una niebla intensa.

    Capítulo 8

    Dos años tuvieron que transcurrir para que las puertas de los zoológicos se abrieran, las gentes temerosas de la decisión se aglomeraron esperando que sus rugidos los devolvieran a sus jaulas, pero cada uno se retiró ignorando el grito y el llanto. Niños fueron vistos junto a osos y cebras por algunas avenidas, como si estos les indicaran el camino. Sea cual fuese el que llevara el paso, se despedían a las afueras de sus casas ante la mirada atónita de sus padres. Los niños fueron interrogados, pero ninguno volvió a emitir palabras.

    Capítulo 9

    MODELO 9CHT

    No se conservan dibujos originales del modelo 9CHT, ya que se perdieron bajo un alud ocurrido al suroeste. Lo que queda son bocetos a manos realizados por Lucas, ya que lo tuvo conectado por mucho tiempo, incluso incrustado en los huesos. La operación, aunque dolorosa, le permitió conservan el ejemplar hasta que este se oxidó. 

    El modelo 9CHT era una prótesis mecánica anterior a los propulsores atmosféricos, constaba de un gancho en forma de garra, algo dificultosa de usar, ya que requería de un movimiento de palanca inverso al movimiento natural anatómico, provocando en algunos usuarios lesiones menores. No obstante, ese no era el mayor problema: el guante no permitía escribir con claridad, tomando la z y la x en el proceso, creando neologismos, siendo la VB una dinámica confusión para los aprendices y sus lectores. 

    El sistema de tracción considerado rústico por sus predecesores no contaba con cables, volviendo el accionamiento manual una tortura. Su comercialización duró 3 años.

    Capítulo 10

    MODELO 24MA

    No existen antecedentes claros sobre la aparición de este modelo, ya que fue descontinuado en menos de 3 meses antes de que se pudiera comprobar su efectividad. Constaba de un dedo digitador con un extensor de 10 centímetros para maximizar la altura por encima del promedio. Los que llegaron a utilizarlo dejaron reseñas desafortunadas, por lo cual se estima que el resorte interior no contaba con la certificación 9001.

    Sin embargo, modelos similares de silicón poblaron los mercados luego del escándalo, volviéndolo popular entre los más jóvenes como un divertido accesorio, que, aunque no permitiera la escritura si facilitó la señalización prelingüística de objetos, imitando sonidos o palabras simples como un juego. Los más adultos en cambio tomaron esto como un retroceso, he hicieron señalamientos explícitos de retirarlo del mercado. 

    Capítulo 11.

    MODELO D22 y MG14

     El modelo D22 nació como un recurso renovable, incluso más cerca de los propulsores atmosféricos de los que su creador pudo haber imaginado. No tengo fotografías de ese modelo, pero su simpleza dejaba oír una melodía mientras escribías cualquier cosa, provocado por su apertura de 00.5 cm en la parte inferior, cerca del gancho principal, ya que la brisa era suficiente para generar la fuerza para moverlo.

     

    El modelo MG14, intentó al igual que los modelos anteriores, reemplazarlo. No obstante, recurrentes cortes eléctricos en su sistema de circuitos interiores, provocó variados accidentes, entre pérdidas de extremidades y quemaduras de segundo grado.

     

    Capítulo 12.

    El modelo definitivo.

    El modelo con propulsores atmosféricos, tal como lo conocemos ahora, es el que me encuentro usando en la máquina de escribir. Cuenta con tres garras de ajuste, los resortes no se encuentran expuestos, y mantiene el agradable sonido del D22 al momento de utilizarlo. Lo mejor de este modelo es que su agarre es preciso - la precisión para alcanzar las teclas es de un 98% - y permite realizar otras actividades como cocinar o utilizar el control remoto.

    Mis maletas están listas, los de afuera, solo observan con tristeza. Tendré que dejarlos atrás.

    Capítulo 13

    No encuentro mis llaves. El cofre no estaba abierto esta mañana, o eso creía. Los tornillos de un extremo fueron retiraros cuidadosamente y puestos en su lugar, pero al rodarse uno de ellos me ha provocado un dolor intenso al caer entre mis uñas. Con la madera humedecida provocada por una frita en el techo, se les hizo más fácil manipular los cerrojos. No los culpo, si estuviera en su lugar, estaría desesperado.

    El sol a caído a menos tres grados desde la semana pasada y el cede de las lluvias saco de sus escondites a los intrusos.

    Una maleta ligera es una maleta sin recuerdos.

    Capítulo 14

    Lucas me esperará en el puerto veinte y cinco a las 18:00 hrs.

    Capítulo 15

    He subido al tejado para hacer señales de luces a mi amigo. Los intrusos se han colado por la cocina, parapetándose en cada puerta y ventana. La clave Morse ha funcionado; brigadas de fuerzas especiales han rodeado la casa por fuera. Sus armas aturdidoras son las mismas que en el pasado rasgaban tegumentos nobles, y ahora, como si le devolvieran al favor, los dormiría con un suave cariño eléctrico. Ellos lo saben, o eso creemos, porque el riesgo es bastante alto.

    Mi inquilino se ha unido a ellos por la fuerza, y les he pedido a la brigada que tengan consideración con el, su alimento y la ropa que le queda. No puedo hacer nada más que retrasar el viaje de todos, y ellos en su infinita paciencia se han trasladado del puerto para esperarme. Conocen los libros, las historias contenidas en mi maleta, conocen el valor de la memoria. Ellos también escriben, ellos también hablan, ellos escuchan, pero ya no sienten compasión alguna.

    Capítulo 16

    No puedo negar que me sentía nervioso, y era evidente que mis patas no querían dar un paso más. Su olor impregnaba el ambiente, suplantando la brisa de otoño. Temía que mis intenciones de conservar la memoria se consideraran un acto de desobediencia. Pero el ni siquiera voltio a mirarme, agradecí que así fuera.

    En ese entonces luchaba por sobrevivir a la fiebre Q, los temblores no cesaban, y cada vez que lograba levantarme, un mareo me abordaba al recordar sus ojos. Solo recuerdo mis gritos y que el arnés era lo único que impedía que cruzara la calle como un loco. Ese día, el me hablo; fue sentir cada palabra en el cuerpo, retorciendo mi cola. Ese día Elizabeth me apretó contra su pecho, pensando que no pasaría la noche.

    Capítulo 17

    La primera vez que Elizabeth mostro signos de que algo no iba bien, fue después de recuperarme. Apostada en un rincón, mostraba los mismos síntomas de la fiebre Q, no obstante, se aquejaba que la garganta, licuando la comida para tragar. En ese entonces no podía hacer más que observar cómo su salud se iba degradando, hasta el punto de tener que arrastrarla como pude al salón. Sus ojos eran lo único que no se había marchitado, una súplica que hasta ahora no lograría entender.

    *Imagen de Pexels. Propiedad de Life Of Pix

    Verónica Abir

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