05: doll parts
Oct 2, 2024
Han sido meses desde que Maeve ha estado aprendiendo a controlar. Desde su respiración, disimular en lo posible cuando su pecho sube y baja, así como tomarse el tiempo para conocer mejor su cuerpo. En su búsqueda pudiendo darse cuenta que parte de la meditación que solía utilizar para disminuir la ansiedad, también le ayudaría a dejar su cuerpo en relajación profunda. Primero sobre la cama, intentando con ojos cerrados al respirar lento—lo más lento. Piernas y brazos lacios, llevando por partes su transformación. El físico siendo un proceso más tardado cuando los pasos eran: soltar su cuerpo hasta estar solamente concentrado en el aire lento que abandona sus pulmones, tomándose el tiempo hasta que perdiera su estado. Intentando, experimentando con media hora completa que al final pudo completar hasta dos enteras. ¿La sensación? Fuera de lo real, de su lado humano. En sus últimos días de pruebas pudiendo sentirse uno con los demás objetos en la cama de ambos. Perdiendo toda facultad personal, abandonando cualquier idea cuando la mente se sumerge en un nuevo espacio: objeto para decoración, vestir o desvestir, peinar y cuidar sobre el nuevo buró a lado de la televisión. Maeve había creado un lugar para un nuevo personaje, juguete de regalo.
Christopher no tenía que estar presente del proceso cuando así lo había decidido. Pero siempre estuvo en su mente para guiarle. Cada que la desesperación era una salida fácil, regresaba a su estado inmóvil y sereno. Esta vez intentando nuevas posiciones, manteniéndose firme para cuando el mayor quisiera acomodar, estirar o doblar así lo deseara. Todo debía tener tanto cuidado como lo había pensado tiempo atrás.
El largo vestido color olivo volvió a su figura, con un fondo ampón que lo hacía ver con más volumen. Mangas anchas, medias blancas que pasaban apenas a las rodillas. El largo cabello rubio decoran la espalda entre caireles, así como un par de moños a los laterales. Su maquillaje más cargado para que pudiera durar pero sutil a la vista, lentillas de pupila grande y la boca difuminada en un rosáceo con brillo. La manos de Maeve cruzadas en su regazo, sentada al nivel del suelo le hacían pasar por una muñeca de verdad. El cuerpo no duele cuando convierte en porcelana.
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