Hoy es 04/04, dicen que es fecha maestra,
el universo se alinea, los portales se abren,
los números bailan como señales divinas
y todos hablan de manifestar, de soltar,
de renacer.
Y yo, escribo sobre eso.
Sobre energía.
Sobre ciclos que se cierran
y nuevos comienzos que se asoman
como la luz tenue de un amanecer tímido.
Escribo sobre sincronías,
sobre almas que se cruzan
cuando el reloj marca el número justo.
Pero no es verdad.
Todo eso es solo un velo,
una excusa bella que me inventé
para nombrarte sin decir tu nombre,
para llamarte sin que suene a súplica.
Porque lo que de verdad quería decir,
es que te extraño.
Con la profundidad exacta
que el silencio guarda
cuando se traga todas las palabras
que ya no se pueden decir.
Y sí, hablé del 04/04
como si importara más que tus ojos,
como si fuera más mágico que tu risa.
Pero solo era un juego,
una distracción envuelta en símbolos,
porque no sé cómo decirte que me haces falta
sin parecer vulnerable, sin parecer todavía tuya.
Así que puse el universo de por medio,
numerología, energía, portales…
cuando en realidad,
todo lo que quería abrir
era tu mensaje.
Tu abrazo.
Tus ganas de volver.
Y no,
no sé si vas a leer esto.
Pero si lo hacés,
vas a entender:
el 04/04 no era sobre el universo,
era sobre vos.
Siempre fue sobre vos.
El truco nunca fue perfecto. Se me ve el corazón
en cada línea.
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