04: polishing
Oct 1, 2024
— Si te dejé las manos sueltas es porque prometiste que no ibas a cubrirte la boca, Maeve —su amo es claro y no da paso atrás. Es la primera vez que puede verlo en sus rodillas, los guantes resbaladizos acarician la rigidez ridícula que no baja mientras tenga estímulo.
Maeve aprieta los labios con las manos, párpados cerrados a fuerza para minimizar el impacto visual. Tarda más para obedecer hasta que obtiene un golpe doble en el falo empuñado. — Perdón, Señor —y relaja los brazos con rapidez, llevándolos hacia atrás para esconderlos en su espalda. Nada interfiere en el post-orgasmo. Ni la voz quebrada. El labio reventado al rasgarse con incisivos. Tampoco el lloriqueo que recae en comisuras entre cada espasmo. La palma plastificada frota sobre el glande, sin estar seguro de la velocidad que utilizará para mantenerlo controlado. Duele. Pero el placer le convence de que su peor escenario sería el dejar de ser tocado por él.
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