La popularidad que tenés es fiesta semi prohibida. Está vallada por patovas con scanners que detectan si soy vip o no vip. Pero yo también puedo ser fiesta. Puedo ser fiesta vip e invitar a mi cuerpo. A quien yo quiera. No a vos. El patova a vos no te deja pasar. Por usar zapatillas deportivas, por usar gorrita, por ser dos tonalidades más marrón de lo permitido. Un patova hecho y derecho (muy derecho).
Popularidad es cuando entro a Tinder y veo que soy un fuego. Veo que hay personas que se interesan en mí. En mi cuerpo espacio alquilable como salón de fiestitas de cumpleaños. Soy popular porque soy del pueblo y soy fiesta porque me celebro en distintos lugares; en distintos espacios, en distintos livings, en distintas camas. Soy popular porque soy accesible aunque en vez de usar tarjeta de crédito use la Cuenta DNI. Soy festejable y celebrable porque elijo serlo.
Soy festejable porque elijo con quién, cuándo y dónde serlo. Y creo que ya tengo a alguien con quien celebrar. ¿Celebrar qué exactamente? No lo sé, a veces no se necesitan demasiadas excusas o pretextos, simplemente hay que dejarse fluir y dejarse celebrar. Tal vez sea un celebrarse mutuamente o celebrar que nos encontramos y que hubo química. Tal vez somos químicos de nuestros propios cuerpos de probeta, en continua experimentación; y a esa continua experimentación, algunos, le decimos celebración. Del cuerpo, del alma, de las caricias, de los besos, del preocuparse, de la empatía, del acompañamiento a la parada del bondi aunque haya un viento congelante que te escarcha los pensamientos.
Vamos a festejarnos y celebrarnos hoy, los dos, a vos te elijo, a vos mi patova te da acceso full black gold platinum. Chapemos mientras aún podamos, mientras aún se nos esté permitido, incluso por nosotros mismos.
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