Si los ojos grabaran recuerdos mi cuerpo estaría lleno de nostalgia y melancolía.
Cuando la vaga imagen de todo lo que he vivido se avecina en mi memoria me pregunto muchas veces que podría cambiar de eso en lo que fui pasado para que mi presente sea distinto.
En el camino se pierden rostros, se borran y nada parece haber valido la pena, cuando en realidad las risas todavía resuenan en mis oídos; el tacto de sus huellas no se borran y las letras dedicadas me persiguen día y noche.
Las lágrimas dejaron de cesar y las voces no resuenan con influencia. Me pierdo entre el conteo de maderas, las horas pasan y aún no encuentro respuestas.
Digo muchas veces que nada de eso necesito, que el cuerpo responde lo que mi voz calla, ¿Estoy haciendo lo correcto o solo soy yo y mi terquedad yendo por delante?
Reviso las fotos, me pierdo en sus sonrisas y de nuevo llega la tristeza de un recuerdo vívido y perdido.
Siempre vuelvo a nuestras conversaciones profundas, a las noches de cenas sin planear que se hicieron madrugadas; a todo eso que viví y agradezco, pero que el fondo de mi alma extraña. Ansío ser distinta, venero lo que soy.
Tu felicidad estaba antes que la mía, hoy no sé si esa fue una buena decisión.
Que por lo tuyo mis manos no dejen de poner en letras cosas que mi mente no silencia, que tu esencia no se pierda aunque ya no esté ahí para recordártelo.
Desde todo lo que soy; te amé.
Esto es una despedida.
Gracias.
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