mobile isologo
buscar...

夢子、夢子。。。

Nov 27, 2024

127
夢子、夢子。。。
Empieza a escribir gratis en quaderno

Ésto ocurrió hace diez años, cuando recién había llegado a la ciudad y rentaba un apartamento en la zona más céntrica. Era un espacio pequeño y algo viejo (para lo que me alcanzaba), así que solía tener detallitos de la nada. Uno de ellos fue la calefacción y su puntualidad para dejar de funcionar a principios de otoño. Me volví loco buscando a alguien que pudiera arreglarlo y que no cobrara demasiado, al menos que me permitiera tener dinero para comer ramen instantáneo por el resto del mes.

De esa forma conocí a Yumeko-san, una mujer de cincuenta y tantos años y fan de los vestidos y maquillaje coloridos. Su perfume olía a rosas, su cabello lo llevaba teñido de rubio y peinado pulcramente en una coleta. Yumeko-san se dedicaba a todo lo que pudiera darle algunos yenes; era electricista, plomera, albañil y hasta gurú del amor para los desamparados. Nos llevamos demasiado bien, intercambiábamos mensajes durante los fines de semana hasta que ella tuvo la iniciativa de invitarme a tomar té en su departamento. Llegué sintiéndome un gato curioso, pues había escuchado tantas cosas de la boca de mi nueva amiga que necesitaba conocer su espacio.

Vivía casi en las mismas condiciones que yo, excepto que tenía todas las paredes adornadas con cuadros de Frida Kahlo y fotografías muy antiguas. En una de las estanterías pude ver una máscara samurái, revistas de moda y cachivaches que ni siquiera conocía. Le pregunté qué era ésto y aquello. “Recuerdos de mi pueblo”, me dijo con una sonrisa que ahora puedo identificar como nostalgia pura. Me contó que era originaria de Tokushima, pero vivía en Tokio desde los diecisiete años. “¿No extrañas tu hogar?”, fue lo primero que se me salió decirle. “Por supuesto que sí, pero mi padre iba a matarme por ser lo que soy”. Le dimos un sorbo a nuestro té mientras el significado de sus palabras resonaba en mi cabeza.

Yumeko-san sirvió más té y me prometió una historia extraordinaria. Ella escapó a la capital y vivió durante mucho tiempo en Kabukichō con un grupo de prostitutas que le llevaban varios años y que eran populares entre los hombres asalariados con problemas en casa. A todas las llamaban Las Okama, se destacaban por su forma de vestir y hablar. Como esas señoritas de los dramas, palabras de la propia Yumeko-san.

Se dedicó a vender cualquier cosa a la que le encontraba un uso y también comida. Pero los tiempos eran otros y la intolerancia mayor. Sufrió golpes y abusos por el simple hecho de ser una mujer trans. A veces también violentaban a sus amigas y las señalaban como putas asquerosas. Yumeko-san reía al decirme que se cansó de aclararle a la gente que ella no vendía su cuerpo ni por todas las joyas de la corona inglesa. Nunca se rindió, poco a poco se ganó la confianza y el cariño de otros con ojos más amables y que hasta la fecha seguían acompañándola en su travesía. Yumeko-san habló de un hombre que la cortejaba, le pregunté por qué no lo eligió para compartir su vida, pero me aseguró que el amor no es para personas como ella.

Quedé muy tocado con su historia y la facilidad con la que la contaba. Recuerdo haberme aguantado las ganas de llorar porque sería el único ridículo haciéndolo. La mujer, mi amiga, me confesó que no sabía qué sería de todas sus pertenencias cuando muriera. “Dámelas”, respondí. Que sean una herencia para alguien que las atesorará toda su vida.

Yumeko-san prometió hacerlo, bromeó incluso con escribir un testamento en donde me nombraría su sobrino.

(inactivo)

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión