Esta es una pequeña carta, una entre tantas que podría escribirte, porque aunque no existan suficientes palabras en el mundo para contener todo lo que siento por tu existencia, por tu amistad, mi corazón insiste en buscar la manera de expresarlo. Puede que parezca repetitivo, que ya lo hayas escuchado antes en mis gestos o en mis palabras, pero nada de lo que nace desde el cariño genuino puede ser repetición: cada vez se renueva, cada vez se reinventa, cada vez adquiere un sentido distinto. Y hoy, en tu cumpleaños, me siento con el deseo profundo de recordarte quién eres y lo que significas.
Krist, llegaste a este mundo con un propósito. Aunque a veces no lo notemos, aunque en los días más oscuros la vida se vea confusa o cruel, tu existencia es la prueba de que siempre hay esperanza. El simple hecho de que estés aquí, de que respires, de que vivas y camines por la tierra, ya es un regalo para todos los que tenemos la dicha de conocerte. Tú eres la evidencia de que el universo aún sabe crear belleza en medio del caos, que en medio de un mundo que a veces parece roto todavía hay seres humanos auténticos, sensibles y bondadosos. Tú eres uno de ellos.
Eres de esas personas que no pasan inadvertidas, porque tu luz se nota incluso cuando intentas ocultarla. A veces piensas que lo que haces es común o pequeño, pero en realidad tu manera de ser toca vidas, inspira a quienes te rodean y deja una huella que no se borra. Porque no eres solo un buen hijo, no eres solo un buen amigo: eres un ser humano completo, con un corazón tan noble que basta con escucharte, verte o compartir contigo para comprender lo valioso que eres.
Los tiempos van y vienen, las etapas cambian, las experiencias se suman, ya lo largo de todo ello la vida nos enseña lecciones que no siempre son fáciles. A veces nos aferramos a lo que no pudo ser, a sueños rotos, a deseos imposibles, a metas que se quedaron a medio camino. Y sin embargo, incluso esas heridas son parte de nuestra historia, porque nos muestran que lo frágil también es valioso, que lo que parece un fracaso puede transformarse en aprendizaje, que nada de lo vivido es inútil. Y tú, mi niño, eres un ejemplo de eso: de alguien que ha sabido tomar de la vida tanto lo bueno como lo malo, y seguir adelante con fuerza, con entereza, con esa ternura que nunca pierdes.
Tú mereces vivir con plenitud, mereces abrazar la felicidad, mereces la tranquilidad de saber que eres suficiente, que todo lo que eres ya es motivo de orgullo y de amor. Y quiero que nunca olvides que tu felicidad no depende de cómo se mueva el mundo ni de lo que hagan los demás: tu felicidad nace de ti, de tus elecciones, de tu forma de mirar la vida, de tu capacidad de agradecer lo sencillo, lo pequeño, lo cotidiano. Esa capacidad tuya de disfrutar un momento, una canción, un libro, una comida, un instante de compañía, es lo que te hace especial.
Krist, la vida siempre tendrá sorpresas para ti. Tal vez hoy no las veas con claridad, pero lo cierto es que el tiempo guarda maravillas para quien sabe esperar con fe, para quien camina con esfuerzo y con paciencia. Y yo sé que tu camino está lleno de promesas: promesas de logros, de descubrimientos, de alegrías que aún no imaginas. Porque el mundo, aunque parezca duro, siempre termina regalando cosas hermosas a los corazones buenos como el tuyo.
Te amo con todas mis fuerzas, soy la persona más orgullosa y feliz por ti, nunca dejes de sostenerme, de dejarme verte crecer y de saber, que a pesar de todo, tengo a alguien que me permite amarlo, admirarlo y sobretodo cuidarlo. Tanto así, como tú a mí. Feliz cumpleaños, ya no crezcas, por favor. (Moriré)
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