...

...

Ya que es octubre.

Los cementerios tienen en este tiempo su temporada alta. Noviembre está a la vuelta de cuatro semanas y el trueno nos recuerda a Santa Bárbara.

No sé si a ustedes les parecerá otra cosa o tienen mejor suerte por sus lugares, pero aquí, los camposantos parecen un almacén, el patio trasero de una empresa de mármoles. Muestrario de todos los modelos de lápidas: Cruces variadas con o sin Cristo, con o sin sudario; angelotes; dolorosas; algunas modernidades angulosas. También los tonos: blancos prístinos, grises más o menos oscuros. Y lo ostentoso con lápidas en uno, dos, tres o cuatro pisos.

"Tu esposa, hijos y nietos no te olvidan".

Hay a veces algún pequeño edificio mausoleo de alguien que quiso destacar hasta en ese sitio su preeminencia social, pero quedan como fuera de lo normal, como un alarde estúpido y hasta ridículo.

Todo ahí es abigarrado, amontonado, opresivo. Eso sí, siempre hay cipreses.

Son feos por aquí, los cementerios.

No quiero yo ahí mis restos.

"Aquí a mí pesar", rezaba un lapidario texto.

Dolbach.