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     ﹙┈─ 𝟷𝟾𝟼𝟾 ﹚︐ . . . ﹕新しい人生を始めるのがなぜそんなに怖いのですか? ─ 堂島、淀川、中央区、大阪府、近畿地方、日本›

    lena

    Oct 22, 2024

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     ﹙┈─ 𝟷𝟾𝟼𝟾 ﹚︐ . . . ﹕新しい人生を始めるのがなぜそんなに怖いのですか? ─ 堂島、淀川、中央区、大阪府、近畿地方、日本›
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    Nana tiende a recordar con particular estima el día que la muerte dejó de caminar a la par suya. Las noches de lluvia a finales de febrero evocan memorias que residen en lo profundo de su mente y mientras observa cómo un as de luz ilumina la noche carente de estrellas de una metrópolis que no deja de evolucionar, reflexiona sobre aquella pregunta que marcó el comienzo de un inalcanzable final.

    —¿Alguna vez pensaste en vivir lo suficiente para ver más allá del Monte Fuji?

    Nana, aún de mortal juventud en ese entonces, exhala por segundos que le resultan eternos y su aliento empaña el cristal que, por fuera, llora en conjunto con la incesante tormenta. Está lejos de casa, lo ha estado por semanas que se sienten como años. Su cuello cruje por el repentino movimiento y sus ojos encuentran los iris que, en sutiles tonos de amarillo, reflejan la tenue luz del candelabro que les divide, hasta que ella aparta la mirada con desdén. El diluvio parece enfurecer con aquella repentina e inesperada indiferencia y golpetea en la ventana con una fuerza que, como una bofetada, impulsa a Nana a adoptar una posición erguida nuevamente.

    —¿Es egoísta de mi parte pensar que sí?

    Ella no alza mucho la voz. Es una persona de pocas palabras, pero de inequívocas e inagotables expresiones; sus facciones, lánguidas y tristes, y la vista perdida en algún lugar de aquella silenciosa estancia, delatan su estado de ánimo apagado. Cuando pisadas resuenan sobre la antiquísima cerámica y una mano fría que la hace estremecer en su sitio le sostiene de la barbilla para elevar su cabeza, no puede evitar el perpetuo asombro al ver cómo un par de colmillos sobresalen de la sonrisa en el impío rostro de su amado. Su ánimo cambia. Se pregunta cómo aquel feroz ser puede hallar fragmentos de amor para entregarle.

    —Creo que habría sido más egoísta quedarte donde no eras feliz, solo para tener contentos a otros —explica, mientras busca entrelazar sus dedos a los de la fémina.

    —Estoy aquí para hacerte feliz a ti.

    Sin embargo, puede discernir por la mirada del muchacho que este no se siente derrotado o atacado por aquella réplica. Ella sabe cómo dar en el blanco, pero él, con su centenaria audacia, está consciente de que puede desarmarla con una sola pregunta, una que no tarda en llegar.

    —¿Acaso olvidas que tú elegiste venir conmigo porque querías algo mejor para ti misma?

    𝘛𝘰𝘶𝘤𝘩𝘦́. Un nuevo rayo quebranta la apacible oscuridad, iluminando la mitad de sus rostros en aquel silencioso intercambio de miradas, de sentimientos, de tactos que se funden en la tibieza de su palpable unión. La voz del ajeno es armoniosa, tan delicada que la tensa musculatura de Nana encuentra el estado de relajación que estuvo buscando durante la última media hora. Los besos repentinos que preceden aquellas palabras evocan una sensación de ya no querer debatir, los suspiros tibios que se dispersan por su piel tras cada estrecho contacto son suficientes para dar aquella plática por acabada. Su hombro desnudo recibe los labios del hombre, en compañía de una inesperada mordida juguetona en señal de cariño y en un arrebato de osadía, quizá guiada por sus propios deseos carnales, Nana inclina la cabeza, preparándose para un nuevo comienzo que podría o no valer la pena.

    —No. Aguarda —se retracta, atemorizada, cuando un cosquilleo punzante sobre la delicada piel de su cuello la hace volver en sí.

    lena

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