毕业/

— Dime que no es verdad, Yian. — a Kirigo se le entrecortaba la voz mientras dejaba caer la cabeza y luego la alzaba repasando los dedos entre sus propios cabellos hacía atrás en una constante para volver de nuevo la mirada sobre las imágenes impresas sobre la mesa. En ellas se retrataban a jovencitas enfundadas en vestidos luminosos, extravagantes para su cultura. Junto a ellas jóvenes que a juzgar, parecían príncipes extendiendo sus manos junto a una pequeña rosa o algo así, que luego pasaba adornar la muñeca de las estudiantes mujeres.

—¿Esta será la última festividad escolar y nos ha tocado recrear un baile? — Apretando los dedos sobre la mesa comprobó por la mirada apesadumbrada de su compañero que aquello sería el último gran esfuerzo antes de graduarse, bueno, aparte de los exámenes de ingreso a la Universidad.

En su escuela no existía más que una pequeña ceremonia muy formal antes de que ellos puedan egresar de la secundaria. No fiestas, no limosinas, no vestidos, no bailes, pero sí contaban con festivales dónde diferentes salones se juntaban para recrear algún tema. Cómo se había hecho regularmente el alumnado escoge por votación la temática de su stand el cuál se armaba de forma local dentro de la instalaciones de la escuela. Sin embargo, aquel año el director había decidido realizar un sorteo bastante peculiar, para el poco tiempo Kirigo dudaba ya sí aquello no fue un vil plan para hacerlos perder un poco la cabeza.

Los días siguientes transcurrieron en buscar materiales de bajo costo para recrear aquella fiesta tan fastuosa, un reto que aceptaron todos y cada uno con un gran compromiso después de quejarse un poco. Kirigo aparte de ser presidente de aula era parte del grupo que estaba encargado de las bebidas y aperitivos por su habilidad para la cocina, otro lo haría con las telas a usarse para los adornos de flores y otro en las luces y escenarios. Claramente esto sería una mini fiesta pero estaba quedando todo muy elegante para los ojos de sus compañeros y para él mismo.

Llegado el día las luces se encendieron, la tela prolija cubrió el lugar y el espacio de la cancha de baloncesto pasó a convertirse en un pequeño pero hermoso piso de baile.

— Kirigo “ella” está aquí —Yian, su compañero golpeó la puerta tras la cuál el ya nombrado estudiante se encontraba tratando de pasar desapercibido, el chiquillo tuvo que carraspear antes de poder continuar por los nervios mientras salía del escondite.

—¡Qué te ocurre! No ves que estoy... — alzó los ojos ante la otra presencia en el lugar. Demasiado imponente, con un abrasador perfume. Lihua la hermana de Yian se encontraba frente suyo y lucía igual de impresionante que siempre, con aquella elegancia salida de algún drama. El cabello perfectamente peinado y recortado sobre sus hombros, el maquillaje sencillo. La mujer china poseía una belleza que encandilaba a cualquiera pero llegaba de una manera especial para Kirigo.

— No aceptaré un “no” esta vez, Kiri. Tomémonos al menos una foto.

Para la gran mayoría(a excepción de Yian) no existía entre ellos una relación de ningún tipo, eran dos personas totalmente opuestas. Sin embargo, aquel día, Kirigo se encontró cumpliendo el capricho de la princesa de la escuela a vista y paciencia de todos. Desde el salón de Lihua, el pasillo, incluso las gradas. Todo el lugar al que fue arrastrado por su compañera de escuela fue locación para cada una de las varias fotos que le tomó, las canciones que bailaron silenciosamente junto a sus voces entonando algún coro pegajoso y por supuesto la flor que él mismo se encargó de amarrar a su muñeca.

— Yo sé que no, tú no lo quisiste y yo tampoco, solo quería que no olvidemos nunca quienes fuimos y recordemos este momento juntos en un futuro. — Junto a aquellas palabras Lihua extendió tres fotos de ellos. Kirigo sabía que solo eran el platónico del otro, pero tan pronto como ella desapareció una extraña sensación se apoderó de su corazón.