올해의 첫눈
Nov 28, 2024
2024년 11월 27일
first snow.
La gélida brisa acarició su rostro poniéndole la nariz roja, tan rojita como un tomate. En ese instante, cuando miró al cielo, pudo apreciar cómo un pequeño copo empezó a descender hasta terminar posándose graciosamente sobre su rostro. La primera nevada del año —adelantada por unos días— se estaba llevando a cabo, cubriendo todo a su alrededor de aquel hermoso manto blanco. El invierno había llegado y Seul no podía ser más feliz.
Abrigada hasta las orejas y con un gorro de color gris que hacía rebotar un curioso pompón con cada movimiento que realizaba, se puso en cuclillas y empezó a deslizar las manos por la nieve mientras jugaba con esta intentado moldearla y darle forma de bola. Así hizo una, dos y tres, todas de distintos tamaños y poco a poco las fue apilando una sobre otra, de la más grande —en la base— a la más chica. Yangchi no pudo ser ajeno a la diversión, así que no fue raro ver al juguetón bichón frisé corriendo por todos lados y sumergiéndose en la nieve en la que fácilmente se perdía hasta que solo quedaban sus redondos y oscuros ojos a la vista.
—¿Qué tiene en la boca, señor Yang? —preguntó cuando el can se le acercó sosteniendo ramas y algunas hojas secas entre los dientes. Sin duda su fiel compañero era un perrito fuera de lo común; su inteligencia sobrepasaba todos los límites y a ella la dejaba anonadada, pues dentro de toda sus ocurrencias, parecía leer su mente y estar en sintonía con la humana. Seulyeon le brindó una dulce caricia en retribución a su perspicacia y pronto, empezó a reunir los "materiales" que su peludo amiguito consiguió. Ella se encargó de encontrar algunas piedras pequeñas, rápidamente ideándoles un uso.
"Parece que podremos hacer nuestro muñeco de nieve, Yang", "Es nuestra primera Navidad juntos", se escuchaba por boca de Jung cuando se vio muy comprometida a terminar con su obra de arte. El muñeco poco a poco fue empezando a tomar forma y a cobrar vida. Las ramas eran sus brazos, las hojas secas —enroscadas como un cono— su nariz y las piedritas, sus ojos, sonrisa y botones de un chaleco completamente imaginario. Pero... Un muñeco de nieve no era tal si no llevaba una bufanda y a Seul no le molestó desprenderse de la suya aprovechando que le quedaba a juego y la enredó alrededor del que, se suponía, era el cuello de aquel redondo hombrecillo.
—¿Qué te parece? —Tras finalizar, tomó a Yangchi entre sus brazos y lo acercó al muñeco—. Y tú ayudaste.
Su mascota respondió con ladridos alegres, provocándole una risita que se extendió cual eco por unos segundos. Era muy adorable ver cómo algo tan simple como la nieve, lograba aflorar a esa Seul infantil, juguetona y creativa que habitaba en su interior. La temporada recién comenzaba, pero ella ya tenía todo un itinerario en mente para hacer de ese invierno, el más memorable de todos.
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