𝙻𝚊 𝚙𝚛𝚎𝚜𝚒𝚘𝚗 ᦔꫀꪶ ꪖꪑꪮ᥅

“El Amor que Encierra”

— `` A veces el amor no llega, invade,

te toma el alma sin que lo decidas,

te envuelve en fuego que nunca se apaga,

y llama ternura a todas tus heridas.

Comienza tan puro, tan dulce, tan leve,

que crees haber hallado tu suerte,

pero con el tiempo, sin que lo esperes,

te va enseñando la forma de la muerte.

Porque amar también puede ser condena,

puede ser cárcel disfrazada en beso,

un dulce veneno que el alma envenena,

un “te amo” que encierra, un “te extraño” espeso.

Te atrapa en promesas, te ata a su historia,

te dice “por siempre”, y tú te la crees toda,

no ves que en su brillo se esconde la gloria,

de un falso paraíso que tu sonrisa borra.

Y entonces vives, pero sin vivir,

caminas sin rumbo, respiras sin fe,

te dices “te amo” solo por seguir,

aunque en el fondo ya no sabes por qué.

Hay amores que son celda y deseo,

que te miran con ternura y te rompen,

te abrazan tan fuerte que ya no hay respiro,

te enseñan a amar, pero luego te esconden.

Lloras en silencio lo que no se dice,

esperas el cambio que nunca ha de ser,

y aun sabiendo que ya todo es ceniza,

te aferras al fuego que quema tu piel.

El corazón late como quien implora,

una última chispa, una última hora,

y aunque el alma grita “ya basta, huye”,

te quedas callado… porque el miedo influye.

Y no es cobardía, es algo más hondo,

un lazo invisible que te ata al fondo,

la costumbre de amar, de esperar, de herirte, de creer que duele porque es amor fuerte.

Hay días que piensas que vas a escapar,

que cortarás todo y volverás a empezar,

pero luego llega su voz, su manera,

y vuelves al ciclo, a la misma frontera donde caes al ruedo.

Esa donde el alma se pierde despacio,

donde amar se siente igual que un espacio

cerrado, pequeño, con ecos y sombra,

donde hasta el aire parece que estorba.

Y aun así... lo amas, con todo y dolor,

con todo y cadenas, con todo el temblor,

porque amar a veces no es decidir,

es perder la forma, dejarse seguir.

Y un día, cansado, ya no lloras más,

solo miras lejos, sin saber qué harás,

y entiendes por fin que amor no es prisión,

que quien ama libera… no da condición.

Pero cuesta tanto romper el hechizo,

mirarte al espejo y decir “me deslizo”,

salir del abismo y gritar “ya no más”,

dejar al verdugo que un día fue paz.

El amor que encierra, que duele y devora,

no siempre termina… a veces se demora,

y aunque el cuerpo huya, el alma regresa,

a buscar las ruinas de su vieja promesa.

Y así seguimos, mitad sol, mitad miedo,

aprendiendo tarde lo que es amor cierto:

no el que ata, ni el que exige, ni hiere,

sino el que te deja ser libre si quieres.

Ojalá les guste, byeee.