Empieza a escribir gratis en quadernoAnonimo
Aún me cuesta ver
que no me necesitan.
Yo,
sombra al costado de sus duelos,
de sus risas,
de sus sueños.
Estoy allí —
prestando mi latido
para que el mundo les duela menos.
Y sin embargo,
yo me disuelvo.
Nadie me llama.
Nadie me mira.
He hecho lo que aman,
aunque el deseo me abandone.
Sigo firme,
como un muro cansado,
como una flor que no recuerda su nombre.
La costumbre —
esa bestia muda —
me sostiene.
Pero me hundo.
Hipofrenia:
un mar sin superficie.
La soledad me ata las muñecas.
Y en la garganta,
un grito:
saquenme de aquí.
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