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Quiero cambiar mi vida con la violencia desnutrida de mi rutina. En alguna parte tengo puesta las semillas del futuro, pero hay una urgencia que no me deja sentarme a respirar. Quiero exigir, quiero gritar. ¿Cuando? ¿Cuando fue que me desvirtúe tanto? Me hice amigo del aire, incluso puedo observarlo. Lo único que hace es pedirme ayuda. “Ya llegará el día, ya llegará”

La propaganda que nadie lee me dice que podría convertirme en tu salvador, pero tengo tanto miedo de no ser capaz. Es doloroso seguir, ¿pero qué otra alternativa tengo? Es doloroso rendirse.

Mi casa se está derrumbando, solo que aun sigue en pie. Pero oh, lo sé. Te juro, por favor. Yo te podré ayudar y tú ayudarme a mí. Necesito confirmar que no estoy loco. Hazme ver un poco de la esperanza que pretendo mantener.

Dios y Satanás se han aliado en secreto, pero soy el único que lo ha descubierto. Los muertos convulsionan de desesperación en sus ataúdes. ¿Para esto fue que vivieron y murieron todos los humanos? ¿Para esto fue que avanzamos tanto? ¿Para esto fui traído al mundo?

¿Esto es lo que quieres que seamos? Sé que una parte de ti dice no. ¿Por qué te ríes de mí si en el fondo quieres gritar a todo pulmón? 

¿Por qué no grita el cura sobre los árboles de la creación? ¿Por qué no grita la comunidad queer sobre el arcoiris que está a punto de extinguirse? ¿Por qué no grita la mujer sobre el femicidio a la madre naturaleza? ¿Por qué no protestamos en las calles para que liberen a los empleados explotados? 

¿Cómo iremos a vivir cuando tengamos que vestir nuestra propia basura? ¿Cuando todos los basurales del mundo sean solo ropa? Cuando los animales esten hechos de chaquetas de cuero, el mar de restos de seda, el aire de pájaros de cartón.

Por esto deseo urgencia. Fast fashion. Pero Satanás es rápido, porque ahora hay que derribar su peor versión, el ultra fast fashion.

Producir una nueva colección cada semana, para compradores insaciables que no podrían conseguirlo todo ni proponiendoselo. Para lograrlo, las jornadas son de 11 horas diarias, de 8 de la mañana a 8 de la noche,  29 días al mes, solo dos días de descanso. Personas que apenas conocen el ocio y que deben vivir reducidos a cuantas prendas cosen, con metas propias que cumplir pero que nunca llegan, debido que no cuentan con el dinero necesario para renunciar.  

El espacio en el que dedican tanto tiempo de sus días no cuenta con salidas de emergencias. Se les va la vida arriesgando su vida, listos para producir un incendio tan trágico como el incendio Triangle Shirtwaist.

¿Para qué? Para producir ropa para niños con cantidades de plomo “428 veces” por encima de lo debido. En las paredes letreros que cuelgan de un solo borde que les recuerdan quien es el holocausto legal: Shein.

La perfecta demostración de lo que pueden ser los negocios sin moral. 

¿De verdad vamos a entregar el mundo por tendencias?

¿No es insólito que esto sea utópico? El pensar que las vidas vienen antes que lo material. Estamos descarrilados. Es responsabilidad de cada persona, desde las autoridades hasta los ciudadanos, hacer que volvamos a respetar esta regla tan básica. Y aunque los talleres de trabajo estén muy lejos de nosotros, permitir la apertura de aplicaciones en esta parte del mundo para vendernos sus productos sí nos hace cómplices.