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Abr 24, 2024

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Ho 23 anni e mi trovo nel mezzo di un mare di incertezze riguardo al senso della mia esistenza. Ma forse è normale sentirsi così: penso nessuno sia cosciente del vero scopo del vivere in comunione con l'altro, meno quando si è così giovani.

Una cosa, però, ho sempre saputo con certezza: desidero lasciare un'impronta, essere ricordata.

Mi chiedo se anche le grandi artiste abbiano sentito dentro di sé questo desiderio profondo, questa incessante necessità di essere viste e comprese, di essere lume e ragione, di essere allo stesso tempo madri portatrici di conforto e di consapevolezza.

Tutto questo malinconico sentire deve avere una spiegazione.

Tutto questo deambulare in cammini infiniti deve servire a qualcosa.

Questa cosa vivente detta "valeria", per citare un grande della letteratura italiana, deve pur aver avuto una coscienza che le abbia detto: "Guarda che è giusto percorrere la strada del sogno."

Il sogno: così effimero eppure così piacevole, "nulla è più dolce al vivere fittizio di te".

Ne sono consapevole, non ti avrò mai, ma questa bambina che è in me ti desidera così profondamente che non posso fare a meno di anelarti.

Non so se capirò mai cosa farne di questo "platonico supplizio", oh sogno, ma ti ricercherò sempre negli occhi felici dei bimbi che giocano al parco, delle donne ghiotte di dolci, delle madri stanche ma appagate dall'amore, delle nonne fiere dei loro nipoti, delle giovani che ancora trovano la forza di lottare per un futuro migliore.

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Tengo 23 años y me encuentro en medio de un mar de incertidumbres sobre el sentido de mi existencia. Pero tal vez sea normal sentirse así: nadie sabe realmente cuál es el verdadero propósito de vivir en comunión con los demás, menos cuando se es tan joven.

Sin embargo, siempre he sabido una cosa con certeza: deseo dejar una huella, ser recordada.

Me pregunto si incluso las grandes artistas han sentido este profundo deseo dentro de sí mismas, esta necesidad incesante de ser vistas y comprendidas, de ser luz y razón, de ser a la vez madres portadoras de consuelo y de conciencia.

Todo este sentir melancólico debe tener una explicación.

Todo este deambular en caminos infinitos debe servir para algo.

Esta cosa viviente llamada "valeria", para citar a un gran literato italiano, debe haber tenido una conciencia que le dijera "mira que es correcto seguir el camino del sueño".

El sueño: tan efímero y, sin embargo, tan placentero, "nada es más dulce en la vida ficticia que tú".

Soy consciente de que nunca te tendré, pero esta niña que hay en mí te desea tan profundamente que no puedo dejar de anhelarte.

No sé si algún día entenderé qué hacer con este "suplicio platónico", oh sueño, pero siempre te buscaré en los ojos felices de los niños que juegan en el parque, de las mujeres golosas de dulces, de las madres cansadas pero satisfechas por el amor, de las abuelas orgullosas de sus nietos, de las jóvenes que aún encuentran la fuerza para luchar por un futuro mejor.

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