一切事物都是相对的

Era profundo, ambarino, con un sol ardiente cual inicio de un verano no tan misericordioso. No buscaba sobrevivir; estaba por el contrario, convenciéndose de que su capacidad de amar era tan amplia como el cielo despejado. El escritor tenía embelesados los sentidos por un apasionado joven de cabellos brillantes, tales cuales destellos de estrellas. Confiado y dispuesto estaba solo a avanzar cuando la voz de aquel Apolo le buscara más allá de sus rutinarios encuentros.

«¡Despierta!»: luz en su voz melodiosa, entre los finos hilos celestes de una madrugada. Algo de somnolencia, pero siempre ganas, Apolo se expandía en la oración y susurraba con una nota de melodrama: «¿Vamos a la playa, por favor?». ¿Acaso había algo más? Tan condescendiente e ilusionado por él, un escritor vehemente e independiente al que un vínculo voluble no le era suficiente. No sabía qué podría necesitar de su existencia. Aun así, recibía un "siempre juntos" entre suspiros de oración a los cielos luego de una noche de ferviente deseo, lo que le correspondía con: "Nadie te necesita más que yo en la Tierra."

En un anochecer de luces neón, unos ojos brillan con una chispa inusual bajo la aterciopelada capa de telas. El club se viste de gala entre flores de muchachos; los susurros se cuelan entre manos y cuerpos. Con esa simple mirada, el aire estancado se agita dentro de su pecho pero esa es su magia. Apolo despliega sus alas entre brazos que, cuales ramas, rodeaban su ser. El escritor amaba esa libertad, se lo había dicho, pero aquella noche el ligero tinte oscuro tiñendo su visión se sentía como un pinchazo a su corazón y a su inútil razonamiento.

Las voces en su cabeza se manifiestan en un gélido recorrido al presente, trayendo con ellas el frío gélido de todos sus inviernos. Había leído libros, conversado con amigos. Aunque podía entenderlo, no lo aceptaba. Sabía que podía embarcarse en un viaje de ilusiones pasionales, ejemplificar una relación soñada, sin errores ni grandes temores, pero existía en el corazón del escritor oculto el placer de la vida terrenal. La teoría de un amor de cuento, un "felices por siempre" que se había escrito solo para dos en los libros y aunque era posible que recibiera reafirmación a sus añoranzas, no podía ni quería encerrar en una prisión al muchacho.

Amanece de nuevo. No se han ido; uno engreído y el otro enfadado. El escritor, aun con los fantasmas de su sesgo, se ve junto a una maraña de cabello castaño, alborotado principio de una piel desnuda. Se agita algo en su pecho, es su último día juntos y Apolo sigue siendo pura magia. Piensa en que le va a quitar lo bello, en las voces que despertaron su conciencia pero primero piensa en Apolo, en su forma de amar exquisita, en su despliegue de sexualidad enriquecedora. Piensa en su libertad y piensa que no puede seguir socavando más de su musa. Apolo es el verano, la libertad de los cuerpos, la autenticidad creativa; es el deseo de un escritor con el corazón congelado en un eterno invierno.